En alguna tarde de Agosto del 2007...
Era una tarde calida de Agosto, no había ninguna como esa, era casi fuego que quemaba, donde el sol castigaba a la muchedumbre olvidándose de toda clase social, donde para todos la tarde era el mismo infierno. Nallely, como el mismo demonio convertida en mujer, maldiciendo el día y como ya era costumbre también maldecía aquello del amor. Yo la apoye con eso de la tarde y en cuanto aquello del amor solo pude decirle esto:
“Como ser diferente a toda esa gente que canta de amor sin sentirlo, sabes bien que para mí el amor es más grande y peligroso que el mismo mar y es tan bello y al mismo tiempo traicionero”.
Que un día quise amar de verdad a ese niño que yo conocí y se metió de lleno entre mis pupilas y cuando menos me lo esperaba me sentía presa de sus ojos que son veneno para mi corazón y al mismo tiempo me llenan de vida. No, hoy no tuve la oportunidad de hablarle, a pesar de que Nallely dice que esta mal que le hable a ese tipo que se ve tan manipulador, misterioso y al mismo tiempo tan galán de televisión y no me importa su apariencia, si no descubrir lo que lleva dentro de su corazón. Tampoco me importa, a que se dedique, o cual sea su profesión, lo único que se es que cada día me llama mas la atención, se ve tan misterioso que hasta miedo me da, pero al mismo tiempo me gusta esa sensación de chico misterioso. Nallely cree que es solo algo pasajero, pero lo que no sabe es que mis noches se vuelven insomnio por solo pensar en robarle una sonrisa, de cómo será su voz, y esperar con ansias a que ya amanezca para poder verlo aunque sea desde lejos. Misma escuela, mismos maestros, diferente piso pero misma ubicación y otra vez, la maldita sensación de verlo llegar como todo un guerrero sin miedo a nada ni a nadie.
-Olvídalo y vámonos, hay que tomarnos el día, te invito un coffe cool para el calor y de pasadita una galleta. Ah! Pero eso si esta anécdota, mi querida Mildred, si me haces el favor de escribirla, por que en unos meses o en unos años me encantaría curármela de lo sucedido…- concluyo.
Y efectivamente, nos fuimos a tomar un helado de café.
Ha pasado el tiempo y hoy en día Nallely y yo recordamos aquella trama accidental. Solo que en este momento ella es la enamorada, y yo maldigo al amor, simplemente me importa vivir el presente y esperar que misterios me presentara mañana el destino y seguir escuchando a toda esa gente que canta de amor sin sentirlo…
Mildred Portugal
Sheyla Nallely