miércoles, 3 de junio de 2009

El hijo...y la madre.


LA vida renaciendo, y a veces va llorando
Por quien sabe que tanta cosa.
Olvido el agotamiento y al sufrimiento

Pasaron muchos años y el muchacho creciendo
Algunos desengaños el tiempo se encargo de despejarlos
Sus lágrimas llorando en el pasar de la vida;
Se duerme, se despierta con una tremenda herida o alguna cosa muerta por el tiempo. Y la angustia de no ver llegar a su hijo.

Si, su muchacho crece ella cree que envejece. Es cierto, ya no es aquel niño al cual podía regañarlo con tan facilidad.

Y para la madre, no es fácil hacerse cargo de su criatura. Cuando el borracho de su padre los abandono cuando el apenas tenia 3 años.

Cuando abre la puerta, la madre lo abraza, lo acaricia, lo besa, lo enternece; no es para mas...Es su madre.

-¿Dónde andabas? No ves, que me tienes con el Jesús en la boca.-
-¿Cómo? Estas despierta, ¡Hasta cuando te dejaras de preocupar por mi! Sabes de sobra que siempre llego con retraso-
-Hijo mió, ven y abrázame, que ya el alma me pesa- dijo con voz quebrada.
- ¡Ah! Por favor vieja no empieces con cursilerías y mejor déjame ir a dormir que estoy cansado.-

El muchacho tenía la mala costumbre de quedarse dormido, y su madre era quien lo despertaba siempre con un beso en las mañanas…

-¡QUE…. Que Carajos! Ya es tardísimo, de seguro la vieja se quedo dormida- pensó

El muchacho siguió su vida como si nada, se arreglo y antes de salir se percato de que la casa estaba muy silenciosa, no estaba el desayuno, ni la tele en el noticiero matutino, cosa que su madre nunca dejaba de verlo. Y sus llaves colgadas. Así que decidió ir a ver a su madre, y si efectivamente ahí estaba recostada sobre la cama, dormida como los mismos Ángeles, el muchacho pensó:

-De seguro esta vieja está enferma o se quedo dormida-
Con voz muy baja decía: -¿Madre?...madree-

Al no tener respuesta alguna, encontró en sus pies una nota con puño y letra de su madre que decía:

“Hijo mió: no me quería ir sin despedirme de ti, Ahora ahórrate tu orgullo, dame un beso y entiérrame junto a tus abuelos”

El muchacho rompió en llanto al recordar como había tratado a su madre. Ahora esta dormida, la abraza a su pecho, la besa y le dice muchos; te quiero! Cosa que pudo haber hecho desde hace tiempo e incluso en la noche.

Ahora, el muchacho pasa la vida pensando en las caricias de su madre, y va por el mundo diciendo:

“No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy: pues quizás sea demasiado tarde…”




MILDRED
PORTUGAL