sábado, 18 de octubre de 2008

-Caricia-

Un llamado inesperado, pasos ligeros y respiración agitada, la combinación de aquella noche en la que el termómetro decía que me abrigase para salir. Por un minuto permití que la duda se apodere de mí, pero la curiosidad pudo más. Unos ojos que no eran los suyos y un cabello hermoso, ligeramente rizado y tan castaño como el brillo del sol; de un segundo al otro me descubrí contemplándolo, casi sin escuchar lo que decía, sus toques de realidad me paralizaban, en especial aquel tema de las puertas cerradas y el hecho de entrar por aquellas que se abrían. Todo sucedió tan rápidamente que no hubo tiempo de responder mi última pregunta, ¿cómo aceptar que una puerta esta cerrada?, a pesar de tener la respuesta, no se la di porque no era el momento y la verdad no sé si llegará el momento, porque lo veo tan distante de mí, tan pendiente de su mundo, tan caballeroso… que lo mejor es pensar que estar cerca de el fue una visión o un escape de mi mente bajo los estragos de la soledad, ¿será eso o no? ¿Por qué será?... que siempre hay receso obligatorio,
Y el cielo se hace un purgatorio.



Mildred P.

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