jueves, 15 de enero de 2009

-Una mascara de tantas-

Me duelen los ojos, y también siento que me duele el alma. A veces el alma llora y los ojos sonríen. La sonrisa no es siempre sinónimo de alegría, si no mascara de las grandes penas.
Y también de las grandes alegrías.

Yo vi sonreír a un árbol con un llanto interno mecido por el viento candoroso. Sus ramas eran fuertes, sus hojas verdes como savia de los campos verdes, había nidos con polluelos en sus ramas, estas tenían flores con pétalos y en embrión.
Pero un nido estaba lastimado y el polluelo yacía en el suelo pisando desesperadamente sin poder regresar al nido. El llamado del ave que no podía volar para subir con los demás polluelos, ni el árbol bajar sus ramas para colocarlo en el nido, lo estaban angustiando. Esto era su pena y su llanto que escondía con una sonrisa.

Ahora comprendo por que me siento igual, hay sufrimientos que se cargan siempre; aunque no quieras tenerlos, tendrás que llevarlos si ves sufrir a uno de los tuyos.
Sonríe y llora aunque te duelan los ojos si tienes un sentimiento grande, aun cuando el suspirar no sea un alivio, ni el llorar un remedio, simplemente será el sudor del alma.

Sonríe si es que tu sonrisa es una mascara para los demás. Las mascaras abundan, todos llevan una, yo por mi parte llevare la mía. A veces las mascaras se cubren con sonrisas. Pero el alma, El interior no tiene mascara!



Mildred Portugal