jueves, 7 de mayo de 2009

¡Miedo...de los Nervios!



El ingeniero Kevin Mondragón, regresaba de la ciudad a su casa de campo. Se hallaba completamente impactado por la sesión espiritista a la que asistió en la ciudad.

Al desnudarse para ir a dormir, se encontraba completamente solitario; pues su esposa fue de visita con su madre.
Mondragón aun continuaba completamente impresionado. Hablando claro, esta no fue una verdadera sesión espiritista; la velada pasó a conversaciones mayores.
Una señora empezó por hablar de la adivinación del pensamiento; de esto pasaron a los espíritus, los fantasmas y de los fantasmas a las almas en pena y a los enterrados vivos…un señor leyó la historia de un muerto que se retorció en su ataúd. Mondragón con su único estilo, mostró los presentes como se hace para comunicarse con los espíritus.
Llamo a su tío Abelardo Mironovitch, y le pregunto mentalmente si no seria propicio en estos tiempos poner la casa a nombre de su mujer. A lo que el tío contesto: “Prever siempre esta bien” y finalizo con una risa malvada y escalofriante.

-En la tierra hay millones de cosas misteriosas…y temibles- reflexiono Kevin Mondragón, tapándose de pies a cabeza. –No son los muertos los que nos asustan; es la incertidumbre humana…-

El reloj anunciaba la 1:00AM, Kevin no logrando conciliar el sueño no hace otra cosa que dar vueltas y vueltas y en una de esas; echo una mirada a una luciérnaga que merodeaba la ventana. La lucecilla muy apenas alumbraba el cuadro del tío Mironovitch colgado en la pared frente a su cama.

-¿Qué haré si en esta penumbra se me aparece la silueta de mi tío?- pensó Kevin.
–No! Son tonterías; esto no puede ser!. Los fantasmas son producto de cabezas incultas como lo es ahora la mía...-

En su imaginación, se le aparece el muerto que se retorció en su ataúd, su difunta abuela, un compañero ahorcado, una joven ahogada, un jinete sin cabeza…etc. Kevin Mondragón procura pensar en otras cosas, pero todos sus esfuerzos resultan vanos; sus pensamientos se hacían cada vez más temibles y funestos. El temor lo asechaba.
-¡Que diablo! ¡Tengo miedo como un chiquillo! …¡Es absurdo! Ja ja ¡que estupidez!-

Las campanas de la iglesia anunciaban las 3:00am y cada vez Kevin Mondragón perdía el interés por el sueño, le parece que alguien respiraba al lado suyo, que mormuraban cosas al oído, le dan escalofríos y se le figura que el tío sale de su cuadro y se inclina sobre el.. Pelo los ojos, se puso pálido y sudando la gota gorda y escuchase la intensidad del sonido de la luciérnaga y toca desesperadamente el timbre.

-Kevin Mondragón, ¿Qué quiere usted?- dice la voz de la institutriz de su esposa.
-Es usted… ¿Carlota Barquero?- dice con alegría Mondragón
-¿Por qué se molesta usted? Mi esposa hubiese podido….-
-A, Gabriela (su esposa) le dio usted permiso para que fuera a visitar a su señora madre, ella regresa mañana; la chica ha salido también, (la criada)…no hay nadie en casa….pero ¿Qué es lo que necesita?-
-Es que yo quería…pero entre usted…no ce avergüence, esta oscuro-

La gorda y sonrosada Carlota entro en el dormitorio y se paro en la espera de una explicación.

-Siéntese un momento…vera usted de que se trata… (¿Sobre que puedo cuestionarla? Reflexiono Kevin Mondragón, mirando de reojo el cuadro de su tío y sintiendo como sus nervios se tranquilizaban”) Le quería decir…que mañana que vaya el criado a la ciudad…le recuerde que me traiga mis cigarrillos… ¡Pero siéntese por favor!
-¿Quiere usted algo más, señor?-
-si, ¡Quiero…no quiero nada…pero ¿Por qué no se sienta? (“¿Qué otra cosa puedo decir?”)- pensaba Kevin.
-No!! No es decente que una señorita como yo permanezca en la alcoba de un caballero casado…Veo que usted, Kevin Mondragón es un travieso…un burlón…lo comprendo…por los cigarrillos, claro!! Eso despierta a la gente…lo comprendo.-

Carlota Barquero sale de la habitación y regresa a su cuarto, mientras que Kevin Mondragón, se volvió a la cama y se tapo de pies a cabeza, no pasaron más de 10 minutos cuando nuevamente su mente estaba atemorizada.

-La llamare otra vez, ¡OH! Pero… ¿Qué demonios le diré?- pensó un momento. -¡Ah! Le diré que estoy enfermo-

Toco el timbre, y al no tener respuesta los nervios lo agobiaban cada vez mas, asi que fue hasta su habitación.

-Carlota!- llamaba con voz temblorosa –Carlota! ¿Duerme usted?, estoy enfermo…-
-Se lo diré a su señora… ¡Déjeme en paz! Soy una muchacha honrada y sobre todo una muchacha ¡¡HONESTA!!-
-¡Que diablos tengo que ver yo con su honestidad! Estoy enfermo… quiero unas gotas… ¿Entiende usted eso?-
-Su señora es una buen mujer, honorable, usted debe amarla, ¡no se merece eso!-
-¿Qué? ¡Es usted una estupida! Solo estoy enfermo ¿entiende usted?-

Al no tener respuesta alguna, Kevin Mondragón se quedo recargado sobre la puerta y cruzo los brazos, al menos hay no tenia miedo, al ver el pasillo tan oscuro, indeciso; entre abre la puerta de la institutriz. Ella duerme tranquilamente y la presencia de un ser vivo, aunque dormido, le tranquiliza.

-¡Que duerma la tonta!, me quedare aquí hasta que amanezca y me ire…total, ahora amanece temprano.-

Se acurruco en la alfombra, encogió los pies y se quedo reflexionando.
-¡Que Carajo! Con los nervios, yo hombre culto, ingenioso, y tengo miedo… ¡tengo miedo! Miedo como un niño… ¡Que vergüenza!-

A la mañana siguiente…llega Gabriela, al no encontrar a su esposo, fue a buscar a Carlota, y al entrar y ver el siguiente cuadro: Carlota Barquero sofocada por el calor, duerme en su cama, y a unos metros de ella, acurrucado en el baúl su esposo, ronca dulcemente, esta descalzo y en paños menores.
¿Qué reacción tomo la mujer? Y ¿Cuál fue la cara del marido? –No Que va! Que lo describan otros. Estoy agotado, quemare el maldito cuadro del tío Abelardo Marinovitch y después de un cigarrillo, tomare un largo y profundo sueño.



MILDRED
PORTUGAL

¡Miedo...de los Nervios!


El ingeniero Kevin Mondragón, regresaba de la ciudad a su casa de campo. Se hallaba completamente impactado por la sesión espiritista a la que asistió en la ciudad.

Al desnudarse para ir a dormir, se encontraba completamente solitario; pues su esposa fue de visita con su madre.
Mondragón aun continuaba completamente impresionado. Hablando claro, esta no fue una verdadera sesión espiritista; la velada pasó a conversaciones mayores.
Una señora empezó por hablar de la adivinación del pensamiento; de esto pasaron a los espíritus, los fantasmas y de los fantasmas a las almas en pena y a los enterrados vivos…un señor leyó la historia de un muerto que se retorció en su ataúd. Mondragón con su único estilo, mostró los presentes como se hace para comunicarse con los espíritus.
Llamo a su tío Abelardo Mironovitch, y le pregunto mentalmente si no seria propicio en estos tiempos poner la casa a nombre de su mujer. A lo que el tío contesto: “Prever siempre esta bien” y finalizo con una risa malvada y escalofriante.

-En la tierra hay millones de cosas misteriosas…y temibles- reflexiono Kevin Mondragón, tapándose de pies a cabeza. –No son los muertos los que nos asustan; es la incertidumbre humana…-

El reloj anunciaba la 1:00AM, Kevin no logrando conciliar el sueño no hace otra cosa que dar vueltas y vueltas y en una de esas; echo una mirada a una luciérnaga que merodeaba la ventana. La lucecilla muy apenas alumbraba el cuadro del tío Mironovitch colgado en la pared frente a su cama.

-¿Qué haré si en esta penumbra se me aparece la silueta de mi tío?- pensó Kevin.
–No! Son tonterías; esto no puede ser!. Los fantasmas son producto de cabezas incultas como lo es ahora la mía...-

En su imaginación, se le aparece el muerto que se retorció en su ataúd, su difunta abuela, un compañero ahorcado, una joven ahogada, un jinete sin cabeza…etc. Kevin Mondragón procura pensar en otras cosas, pero todos sus esfuerzos resultan vanos; sus pensamientos se hacían cada vez más temibles y funestos. El temor lo asechaba.
-¡Que diablo! ¡Tengo miedo como un chiquillo! …¡Es absurdo! Ja ja ¡que estupidez!-

Las campanas de la iglesia anunciaban las 3:00am y cada vez Kevin Mondragón perdía el interés por el sueño, le parece que alguien respiraba al lado suyo, que mormuraban cosas al oído, le dan escalofríos y se le figura que el tío sale de su cuadro y se inclina sobre el.. Pelo los ojos, se puso pálido y sudando la gota gorda y escuchase la intensidad del sonido de la luciérnaga y toca desesperadamente el timbre.

-Kevin Mondragón, ¿Qué quiere usted?- dice la voz de la institutriz de su esposa.
-Es usted… ¿Carlota Barquero?- dice con alegría Mondragón
-¿Por qué se molesta usted? Mi esposa hubiese podido….-
-A, Gabriela (su esposa) le dio usted permiso para que fuera a visitar a su señora madre, ella regresa mañana; la chica ha salido también, (la criada)…no hay nadie en casa….pero ¿Qué es lo que necesita?-
-Es que yo quería…pero entre usted…no ce avergüence, esta oscuro-

La gorda y sonrosada Carlota entro en el dormitorio y se paro en la espera de una explicación.

-Siéntese un momento…vera usted de que se trata… (¿Sobre que puedo cuestionarla? Reflexiono Kevin Mondragón, mirando de reojo el cuadro de su tío y sintiendo como sus nervios se tranquilizaban”) Le quería decir…que mañana que vaya el criado a la ciudad…le recuerde que me traiga mis cigarrillos… ¡Pero siéntese por favor!
-¿Quiere usted algo más, señor?-
-si, ¡Quiero…no quiero nada…pero ¿Por qué no se sienta? (“¿Qué otra cosa puedo decir?”)- pensaba Kevin.
-No!! No es decente que una señorita como yo permanezca en la alcoba de un caballero casado…Veo que usted, Kevin Mondragón es un travieso…un burlón…lo comprendo…por los cigarrillos, claro!! Eso despierta a la gente…lo comprendo.-

Carlota Barquero sale de la habitación y regresa a su cuarto, mientras que Kevin Mondragón, se volvió a la cama y se tapo de pies a cabeza, no pasaron más de 10 minutos cuando nuevamente su mente estaba atemorizada.

-La llamare otra vez, ¡OH! Pero… ¿Qué demonios le diré?- pensó un momento. -¡Ah! Le diré que estoy enfermo-

Toco el timbre, y al no tener respuesta los nervios lo agobiaban cada vez mas, asi que fue hasta su habitación.

-Carlota!- llamaba con voz temblorosa –Carlota! ¿Duerme usted?, estoy enfermo…-
-Se lo diré a su señora… ¡Déjeme en paz! Soy una muchacha honrada y sobre todo una muchacha ¡¡HONESTA!!-
-¡Que diablos tengo que ver yo con su honestidad! Estoy enfermo… quiero unas gotas… ¿Entiende usted eso?-
-Su señora es una buen mujer, honorable, usted debe amarla, ¡no se merece eso!-
-¿Qué? ¡Es usted una estupida! Solo estoy enfermo ¿entiende usted?-

Al no tener respuesta alguna, Kevin Mondragón se quedo recargado sobre la puerta y cruzo los brazos, al menos hay no tenia miedo, al ver el pasillo tan oscuro, indeciso; entre abre la puerta de la institutriz. Ella duerme tranquilamente y la presencia de un ser vivo, aunque dormido, le tranquiliza.

-¡Que duerma la tonta!, me quedare aquí hasta que amanezca y me ire…total, ahora amanece temprano.-

Se acurruco en la alfombra, encogió los pies y se quedo reflexionando.
-¡Que Carajo! Con los nervios, yo hombre culto, ingenioso, y tengo miedo… ¡tengo miedo! Miedo como un niño… ¡Que vergüenza!-

A la mañana siguiente…llega Gabriela, al no encontrar a su esposo, fue a buscar a Carlota, y al entrar y ver el siguiente cuadro: Carlota Barquero sofocada por el calor, duerme en su cama, y a unos metros de ella, acurrucado en el baúl su esposo, ronca dulcemente, esta descalzo y en paños menores.
¿Qué reacción tomo la mujer? Y ¿Cuál fue la cara del marido? –No Que va! Que lo describan otros. Estoy agotado, quemare el maldito cuadro del tío Abelardo Marinovitch y después de un cigarrillo, tomare un largo y profundo sueño.



MILDRED
PORTUGAL