sábado, 24 de enero de 2009

Carga: con el fantasma del Difunto

Viento templado y perfumado, el vino que lo esperaba en aquella noche, azul oscuro, con contrastes de estrellas brillantes y lejanas.
Sin ti hubiese sido como la simpleza de esa sagrada bebida, como el color, cambiante de la noche y el vino se parecen, así como el cantor a su melodía, sí, estoy segura que se conocen como las personas a las que uno mas quiere y extraña, quizá por eso siento aquel perfume tan dulce que me marea y me hace sentir cosas, primero hay que saber sufrir, después amar, saber partir, después…¡Que importa ya el después!, tanto pasado, que ahora es solo tiempo muerto,
el hoy que me marea como ese perfume, estremecedor y otros tantos milagros de los dioses,
en fin…¿qué le vamos a hacer?
No puedo más con esos favores que te hago siempre, vender el alma a causa de los humanos pecadores, rifar el corazón, tirar la poca presencia que me queda, hay que borrarlo, si no es más tentador que tu amor que se acabó. Si quieres volver, tal vez pueda amarte o intente hacerlo, pero no va a ser una dulce y romántica apertura de cabeza, ni una placentera bienvenida ni nada de esas cursilerías baratas, solo te utilizaré, tal cual tu hiciste con mi alma, dejándola en pequeñas gotas, que aún derramadas intento recuperar, aunque no quiera la sangre, la dignidad, o que se yo. Me hace intentar una y otra vez pensar en volver a cometer la estupidez de la que vengo huyendo de aquella ciudad, una palabra no bastara para retroceder.
Sus pasos marcaban a un cuarto frió y oscuro, que se podía bailar solo con subir de tono y cambiar de melodía, la gran noche naturaleza… grandiosa, se ajustaba a la ocasión, era una de esas noches con perfume estremecedor, un cielo brillante con un color dudoso y el viento corría como un susurro helado y miedoso. Ahora eran tus tierras con tus pisadas, guardando solo de ti esa huella repetida que varias veces transitaste por ahí. Como huellas tengo en mi alma que actuó sin pedir permisos; sería bueno pegar un buen grito y apartar todos los fantasmas que me siguen atormentando, mis borracheras son a causa de su presencia… ¿Quieres saber algo? Si tú, acércate y préstame tu oído que el alarido de horror mas tenebroso van a sentir tus fantasmas al ser poco fuertes, y no te van a dejar lo suficientemente sordo como para no escuchar tu tiro de gracia e intentar devolverme tanta perdida de tiempo.
¡Mozo! Que sea una botella más de aquel tinto especial de la casa, ¡si! A cuenta del caballero moribundo que suele acompañarme, o más bien solía, pues ahora cargo con un fantasma más y otra vez a huir de la ciudad.



Mildred Portugal